Cultura mexica I: Los códices


Con esta entrada iniciaremos una serie corta sobre la cultura mexica, el contexto general para comprender el desarrollo del pensamiento filosófico—o prefilosófico, o cuasifilosófico, como otros lo han llamado— de esta cultura precolombina. Particularmente, en esta ocasión hablaremos acerca de los códices, que ya mencionamos  en una entrada anterior. La palabra códice en sí significa cualquier libro escrito a mano, confeccionado antes de la invención de la imprenta. Como a América la imprenta llegó desde Europa, todo libro indígena entra dentro de esa definición.



Los códices americanos, sin embargo, representan—lógicamente—un caso aparte con respecto a los de Europa. En primer lugar, la diferencia más notable es que la escritura es de tipo logográfica, es decir, utilizando representaciones pictóricas para representar palabras o sonidos. En los códices mayas la estructuración del texto es más "común" debido al uso de jeroglíficos; en los mexicas, de los cuales nos ocuparemos, las imágenes realizadas complementan fuertemente lo escrito, teniendo significado en cada uno de sus detalles.

Un códice maya


Los códices americanos pueden ser prehispánicos o postcortesianos, debido a que el interés en ellos, sea como reliquias de las culturas conquistadas o como objetos de interés científico—según la categoría de la época—, llevó no solo a la conservación—que pasó por muchas vicisitudes— sino también a la reproducción y la utilización del formato aun en tiempos coloniales. Así, entre estos códices postcortesianos podemos citar mapas, planos, catecismos y recuentos de la historia precolombina extraídos de la memoria oral. Hay que decir que otros textos no fueron directamente producidos como códices en cuanto al formato, pero sí recogían dichas tradiciones orales, como por ejemplo el Memorial de Sololá y el Popol Vuh, así como obras de teatro prehispánicas como el Rabinal Achí.

Folio 4 del Códice Boturini
Los códices precolombinos generalmente estaban confeccionados con piel de venado, papel amate o papel de maguey como soporte, y en vez de estar encuadernados en forma de libro, se plegaban en forma de acordeón. Algunos ejemplos notables que se conservan son el Códice Borgia, el Cospi, el Fejérvar-Mayer, el Vaticano B, el Nutall y el Laúd. [1]

Precisamente sobre este último, el Códice Laúd, queremos compartir el siguiente vídeo[2] que detalla la interpretación de una página que representa a Tláloc, el dios de la lluvia mexica, y uno de los dos que tenía su santuario en lo alto del Templo Mayor, junto con Huitzilopochtli. Que lo disfruten.



Referencias
[1] Martínez Musiño, C. (2015). Los códices prehispánicos y novohispanos en Mesoamérica como objetos de la escritura. Bibliotecas Anales de Investigación, 11, 32-49. Recuperado de http://revistas.bnjm.cu/index.php/anales/article/view/3384/3140

[2] Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=-B9RPuA1ZwI


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