La Carta de Jamaica: ideas principales
La Carta de Jamaica es una misiva escrita por Simón Bolívar en Kingston, el 6 de setiembre de 1815, estando el prócer en el exilio. La carta es una respuesta a un documento anterior dirigido a él por un simpatizante de la lucha independentista, llamado Henry Cullen.
En la carta se presenta un panorama general del estado del conflicto independentista en 1815; un panorama que ciertamente se presenta oscuro para los americanos, pero que Bolívar ve con esperanza. En efecto, la lucha por la emancipación posee una fuerza tal que ya no puede volverse atrás, no importa los fracasos que afronte:
"El suceso [éxito] coronará nuestros esfuerzos; porque el destino de América se ha fijado irrevocablemente; el lazo que la unía a la España está cortado; la opinión era toda su fuerza; por ella se estrechaban mutuamente las partes de aquella inmensa monarquía; lo que antes las enlazaba ya las divide; más grande es el odio que nos ha inspirado la Península que el mar que nos separa de ella; menos difícil es unir los dos continentes, que reconciliar los espíritus de ambos países. El hábito a la obediencia; un comercio de intereses, de lueces, de religión; una recíproca benevolencia; una tierna solicitud por la cuna y la gloria de nuestros padres; en fin, todo lo que formaba nuestra esperanza nos venía de España. De aquí nacía un principio de adhesión que parecía eterno; no obstante que la inconducta de nuestros dominadores relajaba esta simpatía; o por mejor decir este apego forzado por el imperio de la dominación. Al presente sucede lo contrario; la muerte, el deshonor, cuanto es nocivo, nos amenaza y tememos; todo lo sufrimos de esa desnaturalización madrasta. El velo se ha rasgado; ya hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas; se han roto las cadenas; ya hemos sido libres, y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos. Por lo tanto, la América combate con despecho; y rara vez la desesperación no ha arrastrado tras sí la victoria."
El sistema colonial de España, que comenzó de la mano de actos barbáricos en contra de los nativos(actos que, como señala Bolívar, denuncia "el filantrópico obispo de Chiapa, el apóstol de la América,
Las Casas"), se mostraba ya incapaz de sostener adecuadamente a los pueblos latinoamericanos, y había caído, como muestra la cita anterior, en la opresión y el trato desconsiderado de quienes deseaban, en primera instancia, ser súbditos leales. La independencia es vista así como secesión, pero una motivada por la falta de reconocimiento de los derechos de los americanos. Además, la guerra se inclinaría inevitablemente a favor de los independistas, dadas las condiciones del conflicto:
¡Qué demencia la de nuestra enemiga, pretender reconquistar la América, sin marina, sin tesoros, y casi sin soldados! Pues los que tiene apenas son bastantes para retener a su propio pueblo en una violenta obediencia y defenderse de sus vecinos. Por otra parte, ¿podrá esta nación hacer comercio exclusivo de la mitad del mundo sin manufacturas, sin producciones territoriales, sin artes, sin ciencias, sin política? Lograda que fuese esta loca empresa, y suponiendo más, aun lograda la pacificación, los hijos de los actuales americanos unidos con los de los europeos reconquistadores, ¿no volverían a formar dentro de veinte años los mismos patrióticos designios que ahora se están combatiendo?
Pero, ¿cómo se debería gobernar la región, una vez independiente? Bolívar señala en la Carta su sueño de una América unificada como una gran nación, desde México hasta Chile. La forma de gobierno de esta nación única es difícil de prever, pues las condiciones económicas y políticas del momento hacen ardua la tarea de gobernar. La gran preocupación de prócer es considerar si el pueblo estaba preparado para detentar un poder soberano tan grande: el destino de una gran patria americana podría deshacerse fatídicamente en anarquía y en malos gobierno, o resurgir por la acción de buenos gobernantes. Señala Bolívar su opinión de que la mejor forma de gobierno para la "Gran América" no sería la monarquía, sino la república; un sistema federal le parecía demasiado complejo.
El mismo libertador consideraba la Gran América como una utopía en su momento histórico: climas, contextos, intereses y caudillismos dividían América más que unirla; sin embargo, sigue soñando con la América unificada, una posibilidad que contempla dada su unidad en la lengua, el origen, la religión y las costumbres. Se atreve a exponer sus opiniones sobre el futuro político de las naciones que van a independizarse; en muchos casos, su proyección probará ser acertada, al menos en parte; prevé la formación de 17 naciones, siguiendo a un tal Mr. de Pradt.. Es interesante lo que dice de Centroamérica:
Los Estados del Istmo de Panamá hasta Guatemala formarán quizás una asociación. Esta magnífica posición entre los dos grandes mares podrá ser con el tiempo el emporio del universo. Sus canales acortarán las distancias del mundo; estrecharán los lazos comerciales de Europa, América y Asia; traerán a tan feliz región los tributos de las cuatro partes del globo. ¡Acaso sólo allí podrá fijarse algún día la capital de la tierra, como pretendió Constantino que fuese Bizancio la del antiguo hemisferio!
Las consecuencias de la Colonia(inexperiencia política, atraso institucional, conflictos internos, mera potencialidad de progreso económico y social) han de superarse con la ayuda de un sistema político adecuado: el ideal sería un régimen republicano, que permitiría no solo el desarrollo y la consolidación, sino también la estabilidad y la paz, reconstruyendo lo destruidos por la guerra. Además, el carácter mestizo de nuestros pueblos requeriría de un sistema político que le educara en la igualdad social y la democracia.
Para finalizar, dejo este vídeo que contextualiza y expone el contenido de la Carta.
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