La antropología de los bribris
Comentando sobre las culturas amerindias de los países centroamericanos, y como no pueden reducirse a solamente la maya, por más de que haya sido la más avanzada, quise rescatar este texto que formó parte de un trabajo de Antropología Filosófica que elaboré el año pasado. La idea es presentar las ideas filosóficas del pueblo bribri con relación al ser humano.
El cuerpo en la
cosmovisión bribri
De las cosmovisiones de las culturas amerindias
costarricenses, quizá la más conocida es la de la dupla bribri-cabécar; sin
embargo, para efectos de este trabajo, nos enfocaremos principalmente en la
primera. El pueblo bribri es el grupo indígena más numeroso en Costa Rica,
distribuido principalmente en la zona de Talamanca y Buenos Aires de
Puntarenas; conservan su lengua propia, con alrededor de 1000 hablantes y tres
dialectos, además de muchas de sus tradiciones e historias.(Jara Murillo,
2003).
Entre los bribris, se ha identificado un concepto, el de
suwo', que puede significar historia,
alma o viento, y que generalmente se utiliza en los trabajos
especializados para designar el corpus mitológico
bribri, caracterizado por su transmisión oral.
En
un sentido más abstracto, el suwo' comprende un cuerpo de
conocimiento que define la forma en que los bribris interpretan la realidad. En
la visión tradicional, las historias que lo conforman son hechos reales, constituyen
la historia del pueblo bribri, pues historia, cuento, mito, filosofía, son una
sola dimensión unificada. (Jara Murillo, 2003: xi).
La cosmovisión bribri es, curiosamente, muy similar a la
idea platónica de los dos mundos, el de las sombras y el de las ideas. Para ellos,
el mundo real es el espiritual, que se encuentra debajo de la tierra: de allí
viene Sibú[1],
que sube para crear a los hombres; allí habita Sula', el artesano-creador; allí
habitan también los dueños o espíritus tutelares de todas las entidades de este
mundo: plantas, animales y enfermedades.
Para los bribris, el mundo físico es en realidad una
apariencia, un reflejo del mundo espiritual, y muchas veces un reflejo en
contraste. Así, para los seres del mundo de abajo, lo que aquí es tierra, allá
es agua; lo que aquí es pequeño, allá es grande. Estas transformaciones pueden
operar incluso en la percepción de distintos seres: así, Kikílma, el
dios del trueno, ve a los diablos como pájaros comestibles que caza con su
cerbatana—el rayo—; y los dueños de las enfermedades ven a los seres humanos
como alimentos—generalmente como cacao— y cuando los comen o beben, producen
las dolencias.
Ante esta realidad cambiante, cada ser humano tiene, sin
embargo, una esencia, un algo propio que le da identidad: su principio o sula',
forjado por las deidades artesanas encabezadas por el dios del mismo nombre:
este sula' permanece en el mundo de abajo, con los atributos propios de la
persona en su forma máxima. Cuando la persona muere, su alma—o al menos una de
ellas, véase a continuación— parte al mundo de abajo, donde se reúne con su
principio; la excepción son los asesinos, que van al sol y nunca se logran
reunir con su auténtico ser.
Se puede decir entonces que los bribris también poseen
una concepción dualista del ser humano, manifestada en las nociones de cuerpo y
alma. Sin embargo, esta afirmación solo es un acercamiento. No solo se tiene la
presencia del sula' en el mundo de abajo, del cual cuerpo y alma(suwo')
serían una sola proyección incompleta, sino que los bribris contabilizan un
total de cuatro almas, generando así una composición múltiple, hexapartita, de la persona humana, según
el diagrama siguiente:
Cada una de las cuatro almas bribris tiene una función en
la vida humana. Así, la wíkul o alma
exterior es como un escudo protector, a veces vista como un ser independiente,
que es invisible y por lo tanto hace que la persona sea invisible a los dueños
de las enfermedades. Si la wíkul se
lastima o se resquebraja, las enfermedades logran ver a la persona y la atacan.
La fractura del wíkul se puede deber
a factores como "tensión emocional, frustración, incumplimiento de las
normas sociales, delitos contra la naturaleza o violación de algún tabú"(Jara
Murillo, 2003: 250). El chamán o awá se encarga, en esos casos, de reparar la
wíkul. Esta alma, además, se encarga
de producir los sueños, y viaja constantemente entre los dos mundos: cuando la
persona muere, es la que regresa al sula'.
La wímbulu o alma del hígado es, por contraposición al
wíkul, el alma interior de la
persona, y al morir ésta, permanece en el mundo de arriba, donde puede
atormentar a los vivos hasta el grado de enfermarlos y causarles la muerte, si
no interviene un awá. Está asociada con la comprensión, las emociones y los
deseos: "para decir "lo entiendo" se dice literalmente
"cayó en mi hígado", para decir "lo quiero" se dice
literalmente "duele sobre mi hígado"."(Jara Murillo, 2003: 251s).
La dichèkala o alma de los huesos es la guardiana de los
restos del difunto: permanece también en la tierra, y puede asustar a los
vivos, saliéndoles al encuentro cuando vagan por los caminos. Para evitar esto,
se realiza una ceremonia, la ñalà kàchuk, que le señala el camino por recorrer, ante lo cual el alma se
va.
Finalmente, el alma de los ojos o diúkul, que da visión en
este mundo y en el otro. Sin embargo, solo el ojo derecho es el que adquiere un
papel protagónico: el izquierdo no tiene una función realmente importante. El
alma diúkul es quizá la que mejor representa el conflicto de la separación
con el sula': para ella, lo que está en el mundo de abajo es mejor que lo de
arriba, que lo percibe como falso y malo, y por ello constantemente conversa
con los dueños de las enfermedades, buscando que cacen animales o lleguen a
comer, es decir, a que enfermen a la persona, para que muera y pueda regresar
al mundo de abajo.
Referencias
Jara Murillo, C.V. (2003). Diccionario de mitología bribri. Editorial de la Universidad de
Costa Rica. San José, Costa Rica.
[1] Dada las limitaciones
gráficas del sistema utilizado para digitar este trabajo, para efectos de este
apartado la letra |u| en itálica
representará el fonema bribri |ö|, y la |i|
el fonema |ë|, especialmente cuando dichas letras deban acentuarse según las
reglas ortográficas bribris.
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